Qué es una crisis

Vamos a definir una crisis como un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente por la incapacidad del individuo (o de la sociedad) para abordar situaciones adversas que se están viviendo, sufriendo una sensación de desbordamiento emocional y reducción tanto de los procesos cognitivos como de las herramientas y estrategias para hacer frente a lo que se está aconteciendo.

Las crisis suelen generar inseguridad e incertidumbre tanto en el individuo como en la sociedad, produciendo una disminución de la sensación y la capacidad de control y de las estrategias de afrontamiento, así como una perturbación y un desbordamiento emocional que genera una sensación de acortamiento de futuro tras perder la sensación de ilusión de control habitual bajo la que vivimos y nos relacionamos con los demás y con el mundo que nos rodea.

Las crisis se pueden generar, además, por sucesos internos o externos y se caracterizan, entre otras cosas, por ser de tiempo limitado.  Podemos encontrar dos tipos de crisis; las de desarrollo que son previsibles y normativas en el desarrollo del ser humano y las circunstanciales que se caracterizan por ser inesperadas, es decir, eventos no normativos dentro de nuestro desarrollo.

Durante una crisis la persona pierde, de modo momentáneo o definitivo, una serie de aportes con los que ha contado regularmente. Esto es, o bien a nivel Físico (bienes materiales y biológicos) o bien a nivel Psicosocial (pérdida relaciones sociales) o bien Sociocultural (estructura social y/o cultural)

Cuáles son las fases de una crisis

Como se comentaba anteriormente, una crisis produce una escisión en la línea de vida de un individuo, haciéndole sentir que pierde el control de su vida y sintiendo que la incertidumbre se apodera de todo. Las fases por las que atraviesa el ser humano durante una crisis son:

  • Fase de impacto: Sucede inmediatamente después de la experiencia traumática. Las personas no saben muy bien lo que está ocurriendo por lo que toda reacción emocional es normal, lo que se considera extraordinaria es la situación.
  • Fase de Reacción: Se comienza a comprender lo que ha pasado y a reaccionar en consecuencia. Esta fase suele resultar tremendamente dolorosa, la persona suele sentirse desorientada, empieza a ser más consciente de lo que ocurre y es suceso comienza a golpear con fuerza.
  • Fase de reorientación: El efecto del impacto va bajando y el individuo va poco a poco asimilando el suceso. Se pueden desarrollar estrategias de afrontamiento si se ha procesado de manera consciente lo ocurrido y generar una buena búsqueda de solución de problemas.

Primeros Auxilios Psicológicos

Los primeros auxilios psicológicos son una intervención psicológica diseñada específicamente para el momento de crisis, entendiéndose como una ayuda breve e inmediata para apoyar, contener y sostener a la persona para reestablecer su estabilidad emocional y facilitarle las condiciones de un continuo equilibrio personal (Gómez, 1994). Son un conjunto de técnicas y estrategias que tienen como objetivo aliviar el sufrimiento psicológico, facilitar la reorganización de la actividad y prevenir el agravamiento de los síntomas.

Los Primeros Auxilios Psicológicos tienen como objetivos generales: facilitar las acciones funcionales, disminuir la activación y permitir la cognición lógica. Los principios básicos de aplicación son, la inmediatez, la proximidad, la expectativa (generando visión de futuro) y la simplicidad y brevedad. Además, sus objetivos específicos son: cubrir necesidades fisiológicas, de seguridad y emocionales básicas, acompañando a las personas en sus emociones y vivencias, estableciendo una relación de ayuda con la persona, transmitiendo la información adecuada, verídica y segura, facilitar el reprocesamiento consciente del acontecimiento traumático, facilitar el desahogo emocional, contener frente a miedos, angustia, ansiedad y establecer enlaces con su red de apoyo social y con la vuelta poco a poco a su día a día.

¿Cuándo se aplican?

Los primeros auxilios psicológicos están indicados desde la fase de impacto del acontecimiento traumático hasta las 72 horas posteriores, siendo una técnica de elección ante un incidente crítico, que se aplica entre la fase de shock y el período de adaptación del individuo o la población. En algunas ocasiones o situaciones de macro-emergencia, se han adaptado las técnicas y protocolos establecidos en los primeros auxilios psicológicos para aplicarlos hasta 4 semanas. Más allá de esta temporalidad, debería ser de aplicación técnicas más específicas dependientes de la psicoterapia.

Los Primeros Auxilios Psicológicos (P.A.P.) se caracterizan porque son de aplicación sobre el terreno, lo que quiere decir que no es el paciente el que acude a un lugar en concreto, sino que es el propio interviniente el que se desplaza a la situación de emergencia habitualmente. Es clave para su aplicación el encontrar dentro del descontrol un lugar psicológico seguro donde poder facilitar un espacio de desahogo y ventilación emocional a los diferentes perfiles afectados por la situación traumática, a ser posible libre de olores y dónde la visión de lo acontecido esté lo más reducida y controlada posible, así como los ruidos y la posibilidad de interrupción. Los P.A.P. son una técnica específica de cuidado e intervención psicológica que se aplican principalmente a tres grandes grupos de intervención:

  1. Afectados directos
  2. Familias y/o allegados, apoyo social
  3. Intervinientes

¿Cómo se aplican?

Existen diferentes protocolos a seguir para la aplicación de los primeros auxilios psicológicos. El más famoso es el desarrollado por Muñoz en 2004 conocido como protocolo ACERCARSE que determina paso a paso la aplicación correcta de los Primeros Auxilios Psicológicos en situaciones de grandes emergencias y/o situaciones de desbordamiento social.

Pero lo más importante a tener en cuenta en este tipo de situaciones traumáticas es conocer las estrategias de intervención temprana y saber cómo aplicarlas, entre las que se encuentra principalmente la Escucha activa, la presencia empática y el acompañamiento al reprocesamiento consciente de la situación desde la ventilación emocional y la normalización de las recciones emocionales que el acontecimiento produce sin olvidar que “cualquier reacción emocional es normal, lo que es extraordinario es el acontecimiento, no las emociones que surgen para afrontarlo”.

Elena Cristina Berzosa Álvarez

Psicóloga sanitaria en NB Psicología