Concepto

La violencia entre escolares ha existido desde que existen los centros de enseñanza y las primeras investigaciones del fenómeno aparecieron en la panorámica científica a principios de los años setenta por los autores escandinavos Heinemann (1972) y Olweus (1973). En estas primeras investigaciones el fenómeno se conceptualizo bajo el nombre de “mobbing”. 

El psiquiatra sueco Peter Paul Heinemann utilizó este término que proviene del verbo en ingles “to mob” que significa atacar, asediar, maltratar, para referirse al acoso en los centros de trabajo. Este autor confirmó que este mismo comportamiento hostil se producía en niños en edad escolar y fue el primero en utilizar el término para referirse a este tipo de conductas de unos niños hacia otros en entornos escolares.

Más adelante, en la década de los ochenta, el psicólogo alemán Heinz Leymann sugiere reservar la palabra “mobbing” para el acoso entre adultos en los lugares de trabajo y utilizar el término “bullying” para referirse al acoso entre niños y adolescentes en la escuela. 

El bullying como tal, empezó a estudiarse de manera sistemática por el psicólogo Dan Olweus, quien lo denominó “Maltrato entre Iguales por Abuso de Poder”, y lo consideró una modalidad de “mobbing.”

La palabra proviene del inglés “bull”- toro en español, por lo que el bullying es la actitud de comportarse como un toro pasando por encima de otro u otros sin ningún tipo de contemplación. (Olweus, 1978).

Se toma una mayor conciencia de esta problemática a raíz de una publicación en la prensa Noruega en el año 1982, en la cual se dio a conocer que tres alumnos de entre diez y catorce años se quitaron la vida como consecuencia del grave acoso al que eran sometidos por sus compañeros de clase.

A partir de estos sucesos, se elaboró una campaña a nivel nacional compuesta por diferentes iniciativas, con la finalidad de terminar con esta serie de problemas que se ocasionaban en los centros educativos de primaria y secundaria (Olweus, 1999).

En nuestro país, el interés por este fenómeno aumento de manera significativa a consecuencia del revuelo que género el suicidio de otro adolescente de catorce años en el País Vasco, provocado por el acoso y las vejaciones constantes de sus compañeros de clase en el año 2004.

El Bullying

Es definido como una conducta de persecución física y/o psicológica que es realizada por un alumno hacia otro alumno, el cual es elegido como víctima de frecuentes ataques o agresiones. La víctima o acosado queda en una posición de difícil superación por sus propios medios ya que no dispone de las herramientas suficientes para combatirlo. (Olweus, 1993).

Además de esto, el mismo autor, considerado el precursor de los estudios sistemáticos en el campo de la violencia escolar,  destaca que “un alumno es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto de forma repetida y durante un tiempo más o menos prolongado a acciones negativas llevadas a la práctica por uno o varios alumnos acosadores de manera intencionada” (Olweus, 1999).

Una conducta es constitutiva de acoso escolar cuando afecta al comportamiento normal de la víctima tanto dentro como fuera del centro escolar (Gairin et al. 2013).

Este tipo de conductas causan un sufrimiento al acosado y pueden ser clasificadas como conductas de maltrato verbal, físico o psicológico, entre las que destacan los insultos, vejaciones, motes, apodos, emboscadas, excluir, amenazar, empujar, pegar, palizas, hacer el vacío, maltratar, robar las pertenencias, etc.

Por lo tanto, el fenómeno es definido como aquellas conductas agresivas que se ejercen de forma repetida sobre un alumno, con la intención de hacer daño y donde se establece una relación de control-sumisión, en la que la parte agredida no puede defenderse.

Monjas y Aviles (2004), destacan que para establecer una situación de Bullying, la frecuencia de las agresiones ha de ser repetida hacia un mismo alumno, por lo que los casos esporádicos no son considerados como tal. 

Además de esto, si la agresividad va en aumento se va estableciendo un abuso  de poder entre acosador y acosado, donde los primeros suelen manifestar superioridad física, psicológica o social sobre sus víctimas con el fin de que estas queden desamparadas e indefensas con sentimientos de hostigamiento, temor y opresión. (Cerezo, 2001).

Según los autores Legue y Manguendzo (2013), los protagonistas que se pueden diferenciar en el acoso escolar son las víctimas, los agresores y los testigos o espectadores. En este caso nos centraremos en el perfil del acosado y se desgranaran las características principales y sus posibles consecuencias.

Las victimas

Suelen caracterizarse por ser alumnos más ansiosos, tímidos, con baja autoestima, con dificultades en sus habilidades sociales, retraimiento social, problemas de comunicación, baja asertividad y con tendencia a la soledad.

A su vez, son estudiantes que reaccionan de forma pasiva y sumisa frente a las agresiones, ya que suelen carecer de las habilidades y destrezas de defensa.

Según Teruel (2007), los acosados pueden experimentar sentimientos de desesperanza, frustración, indefensión, estrés, depresión y ansiedad, lo que provoca un terror intenso a asistir al colegio.

Los alumnos acosados muestran cambios inesperados en la asistencia al colegio, pierden el interés total o parcial por las tareas escolares, bajan su rendimiento académico y pueden tener serias dificultades de concentración en la clase (Beane, 2006).

Lazo y Salazar (2011), aluden que las consecuencias del acoso escolar se expresan en tres áreas de la actividad de la víctima:

  • El cambio de conducta es la primera área en la que se observan modificaciones en forma de aislamiento, desgana, apatía, disminución de la comunicación verbal, comportamiento rebelde en el hogar, cambios en su conducta alimentaria, irritabilidad y llanto.
  • Los cambios a nivel emocional pueden ser un indicativo de que el estudiante está pasando por un proceso de acoso escolar. Pueden pasar de estados de rebeldía a estados de tristeza y depresión en cuestión de minutos.
  • Por último, la victima suele verbalizar sus limitaciones físicas reconociendo su debilidad para afrontar las dificultades. Tienden además a calificarse negativamente mermando su autoestima y construyendo un autoconcepto pobre y negativo. Pueden comenzar por expresar la necesidad de cambiar de centro y esto puede generar incluso  situaciones más graves de autolesiones e ideas suicidas.

Gairin et al. (2013), indican la dificultad de detectar a una víctima de Bullying, ya que las manifestaciones no son inmediatas por temor a posibles represalias y venganzas.

Sus formas de expresarlo

Suelen ser sutiles y poco alarmantes, por lo que es necesario detectar cualquier cambio significativo en el comportamiento de las posibles víctimas con especial atención a los siguientes indicadores:

  • Retraimiento y disminución del habla
  • Aislamiento de amigos (soledad)
  • Aumento de sensibilidad y llanto
  • Irritabilidad
  • Cambios a nivel alimentario
  • Cambios en los hábitos del sueño
  • Descuido de su imagen personal
  • Disminución del rendimiento
  • Presencia de moretones, golpes, arañazos o prendas de vestir rotas
  • Miedo o rechazo a la asistencia a clase o finge enfermedad para no acudir

El acoso escolar puede presentarse desde diferentes modalidades y canales:

  • Físico: más frecuente en primaria que en secundaria. Las víctimas son agredidas físicamente mediante golpes, patadas, empujones o mediante objetos (piedras, balonazos, punzones, cuerdas).
  • Verbal: es el más frecuente y se basa en insultos, motes, apodos, descalificaciones o alusiones a los defectos o a la apariencia física.
  • Psicológico: consiste en aumentar las sensaciones de miedo en las víctimas y reducir sus niveles de autoestima.
  • Social: aislamiento de la víctima del resto de compañeros.
  • Sexual: se presenta un acoso, incitación, abuso sexual o referencias malintencionadas a partes íntimas del cuerpo de la víctima. Incluye el bullying homófobo, que es cuando el maltrato hace referencia a la orientación sexual de la víctima por motivos de homosexualidad.
  • Ciber-bullying: con la introducción de las nuevas tecnologías es cada vez más frecuente el acoso cibernético. La visibilidad y el alcance que se logra es muy preocupante dado la posibilidad de anonimato en la que pueden quedar los acosadores. Los canales utilizados son las nuevas tecnologías en todos sus formatos: teléfonos móviles, redes sociales, whatsapp, blogs, chats, emails sociales, suplantación de identidad para poner mensajes, etc.

Estas modalidades de acoso suelen aparecer de forma simultánea en la gran mayoría de casos.

Según Piñuel y Oñate (2007) en la publicación del informe Cisneros X “Acoso y violencia escolar en España”, se describen ocho modalidades de acoso escolar:

  • Bloqueo social: (30% de los casos). El acosador busca el aislamiento de la víctima. Quiere estigmatizarla y marginarla. Se les prohíbe el juego en grupo y hablar con los demás, además que el acosador prohíbe a los otros hablar con la víctima. Frecuentemente el acosador hace llorar a la víctima para que sea percibida como alguien con debilidad e indefenso.
  • Manipulación social: (20% de los casos). Se distorsiona la imagen social del acosado para que los demás lo vean de forma negativa. Se critican y distorsionan todas las acciones de la víctima para que los demás compañeros se posiciones contra ella.
  • Exclusión social: (16%). Excluyen a la víctima de las actividades sociales. Se le ignora o se actúa como si no existiera.
  • Hostigamiento: (20%). Conductas y faltas de respeto a la dignidad del acosado. Es despreciado, ridiculizado y menospreciado.
  • Coacciones: (17%). Pretenden que la víctima realice acciones en contra de su propia voluntad, lo que proporciona al acosador cierto poder social, demostrándolo  a los demás testigos o espectadores. Estas conductas pueden implicar vejaciones, abusos y conductas sexuales no deseadas.
  • Intimidación: (14%). Conductas realizadas con el objetivo de consumir emocionalmente a la víctima. Amenazas, intimidaciones físicas, acoso a la salida de la clase, etc.
  • Amenazas: (9%). Asustar a la víctima poniendo en peligro su integridad física y la de su familia.
  • Agresiones físicas: (13%).

Además de las características de las víctimas mencionadas con anterioridad y las modalidades de acoso prevalentes, es necesario mencionar que existen una serie de factores de riesgo o características personales, familiares, escolares, sociales o culturales cuya presencia puede provocar un aumento de la probabilidad de que un estudiante pueda ser objeto de violencia escolar; rasgos físicos o culturales distintos a los de la mayoría, minorías étnicas, raciales, sexuales o culturales. Alumnos con diversidad funcional y estudiantes con escasa comunicación familiar suelen ser más propensos a convertirse en el punto de mira de los acosadores. (Gabarda, 2018).

Bibliografía:

Beane L, Protocolo de Rosario Ortega (2006). Bullying aulas libres de acoso, España, 1ª edición grao, Madrid España.

Cerezo, F. (2001).La violencia en las aulas. Madrid. Pirámide

Gabarda , V. Bullying en el aula. Aprende qué tipos de bullying existen, cuáles son los factores de riesgo y cómo detectarlo y prevenirlo. Recuperado de https://recursos.universidadviu.es/guia-bullying-en-el-aula

Gairín, J. Armengol, C. Silva, B. (2013) el «bullying» escolar. consideraciones organizativas y estrategias para la intervención. Universidad autónoma de Barcelona.p.13-25

Hienemann, P. P. (1972). Mobbing-gruppvald blant barn och vuxna. Stockholm: Natur och Kultur. 

Monjas, I, y Avilés, J, (2004). Programa de sensibilización contra el maltrato entre iguales, Valladolid: REA

Lazo Huaylinos, E, Mario Salazar Ávalos, M, (2011). Bullying, destruyendo mi autoestima, Revista Salud, Sexualidad y Sociedad, recuperado de: http://www.inppares.org/revistasss/Revista%20XII%202011/10-%20Bulling.pdf.

Legue P, Maguendzo A. (2013). Quienes participan en el Bullying. Revista EDUCARCHILE Obtenido de: http://www.educarchile.cl/ech/pro/app/detalle?ID=194861

Leymann, H. (1996). Mobbing: la persécution au travail. París: Seuil

Olweus, D. (1973). Personality and aggression. In J. K. Coie & D. D. Jensen (Eds.), Nebraska symposium on motivation, 1972 (pp. 261-321). Lincoln: University of Nebraska Press

Olweus, D. (1993). Bullying at school: What we know and what we can do. Oxford: Blackwell Publishers.

Olweus, D., Limber, S. (1999), Blueprints for violence prevention: bullying prevention program (book nine), Boulder, CO, University of Colorado, Boulder, Colorado, Center for the Study and Prevention of Violence.

Piñuel, I. y Oñate, A. (2007). Informe Cisneros X. Acoso y violencia  escolar en España. Instituto de Innovación Educativa y Desarrollo Directivo.

Teruel, J. (2007). Estrategias para prevenir el bullying en las aulas. Madrid: Ojos Solares. Disponible en:  http://www.redalyc.org/pdf/1798/179814023011.pdf